Repensar el culo

May 8, 2022

Chem-Safe

¿Qué sucede con la analidad? Repensemos el culo, otra geografía erótica-política es posible.

El culo como límite y frontera, no sólo corporal, sino también identitaria, su disfrute nos define como pasivas y activas, y evidentemente eso nos erige como sujeto político, marca unas desigualdades y reproduce unas violencias. Lo pasivo entendido como lo sumiso, una acción despojada de poder, como si ese culo penetrado no tuviera una estructura muscular activa que recibe y acoge. El culo es infravalorado y tiene una fuerte carga negativa: “te ha quedado como el culo”, “¡Qué cara de culo!”, “a la mujer y al mulo, en el culo”, “funciona como el culo” son algunas de las frases que circulan en nuestro entorno. El culo penetrado es feminizado y desvalorizado, se ejerce una violencia sobre lo anal: “que te den por culo”, “a tomar por culo”, “van a romperte el culo”, son algunas de las expresiones con una fuerte carga simbólica que circulan de forma corriente en nuestra sociedad patriarcal y machista. En el lenguaje utilizado en esos insultos se habla de violación, algo que pasa totalmente inadvertido, se desea la violación como castigo social, hecho que nos tendría que hacer pensar seriamente y de forma colectiva.

«Se promueve un terror anal que advierte de los riesgos de perder privilegios de género, circulan representaciones que posicionan al culo en la diáspora de nuestras prácticas sexuales.»

Cuando se construyen y difunden mensajes hacia hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, en muchas ocasiones se hace de forma peyorativa. Son narrativas que se silencian frente a otras identidades y preferencias sexuales. El culo de las mujeres cis heterosexuales queda supeditado a los deseos masculinos, si el placer femenino está invisibilizado, el sexo anal queda totalmente reprimido y cuestionado. Entre bolleras el ano es un orificio negado, no parece ser una posibilidad a explorar. El uso y la exploración de los placeres mediante el culo de los hombres cis heterosexuales cuestiona su orientación sexual. Como si nuestros cuerpos fueran compartimentos estancos que mantienen una relación directa con las prácticas que desarrollamos, se construye así una realidad que limita y condiciona las múltiples posibilidades que tenemos de investigar nuestros cuerpos.

Todas estas imágenes me invitan a reflexionar sobre las palabras profundas y sin rodeos de Linn Da Quebrada en Bixa Travesti (Goifman y Priscilla, 2018) cuando manifiesta la sabiduría de los animales que se van oliendo el culo entre sí, para conocerse y reconocerse, una forma instintiva de entrar en contacto con el universo que envuelve cada parte del cuerpo y a la propia vida.

Tuve el placer de participar en la creación de la campaña de sensibilización Flow sobre fluidos corporales y prácticas sexuales, y cuando llegó el momento de hablar sobre el ano y la caca surgieron diversas dificultades. Nos estancamos, sufrimos un bloqueo, no encontrábamos la fórmula gráfica que nos permitiera reflejar la caca como un agente presente en nuestras prácticas sexuales. Nos costó mucho sentirnos a gusto con la escena, la estética, la propuesta visual, y este hecho no es un dato menor, tampoco una casualidad. La caca no cotiza en el mercado del deseo, está estigmatizada, invisibilizada y siempre queda relegada frente a otros fluidos. ¿Quizás suceda porque huele mucho peor de lo que sabe? Finalmente, nos apropiamos de la escena que mostraba una situación sutil cargada de ternura con una mancha de caca en un dedil. Para nuestra sorpresa, acabó siendo la imagen central en la difusión de la campaña, así son las vueltas de la vida anal.

Si nos alejamos del mundo marica, el culo como fuente de placer es un gran desconocido. ¿Cuántas resistencias emergen ante la propuesta de explorar el punto P? ¿Por qué meter algo en el propio culo para experimentar con la próstata lleva a cuestionar temas tan personales y políticos como la identidad, la preferencia sexual y el género?

» Y si hablamos de salud sexual, las limitaciones del universo anal como un lugar abyecto sólo genera dificultades en relación a las estrategias de prevención y reducción de riesgos.»

Como plantea Sáez y Carrascosa (Por el culo. Políticas anales, 2011), toda la construcción alrededor del culo y del sexo anal organiza las sexualidades y los géneros en intersección con el poder, la clase, la procedencia y el bagaje cultural, que da como resultado un espacio anal que parece imposible de explorar. Para liberarnos y salir de esta disyuntiva habrá que hacer caso a Translocura, “contra el capital, practica el sexo anal”.

Celebremos las posibilidades de nuestros cuerpos, que el culo sea un espacio de goce, accesible, poderoso y positivo. Que seamos capaces de crear estrategias revolucionarias que permitan al ano despojarse de su carga negativa y de las tensiones asociadas. Sólo así podremos habitarlo como un orificio más de nuestro cuerpo, un lugar de disfrute, un territorio corporal de poder que promueva una subjetividad anal positiva y, en definitiva, unas sexualidades libres. 

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