Descripción
El fisting implica la dilatación del ano mediante los dedos, hasta la introducción de la mano, el puño (o ambos) y/o el antebrazo.
Es una práctica que requiere particularmente de sensibilidad, entrenamiento y destreza. Para algunas personas resulta muy excitante o placentera, pero una mala técnica puede causar lesiones muy graves. También implica confianza, complicidad y conexión entre las partes. La introducción del puño no hay que planteárselo como un objetivo a conseguir en una ocasión determinada.
En general, pero sobre todo para principiantes, es una práctica que no debería improvisarse. La planificación implica escoger un entorno tranquilo, con una persona de confianza, de quien te puedas fiar y a ser posible con experiencia.
Gestión de placeres y riesgos
En la práctica sexual
En esta sección utilizaremos el término “insertiva” para la persona que mete el puño y “receptiva” para quien recibe la práctica
Antes
Es conveniente que la persona receptiva se aplique un enema de limpieza unas 3-4 horas antes de la práctica para evitar sorpresas desagradables. También conviene orinar justo antes de comenzar.
La persona insertiva debe tener las uñas bien cortadas y limadas. Además, para evitar riesgos de cortes o heridas, se deberá quitar, anillos (si es que los llevase).
Los guantes evitan el riesgo de infecciones. Además, producen menos fricción que la piel y facilitan el desarrollo de la práctica. Existen distintos modelos y materiales: de látex, nitrilo, caucho sintético…, algunos específicamente ideados para el fisting.
Las prácticas previas, que fomenten la relajación y excitación, así como la paciencia, son fundamentales. Para quien no haya experimentado previamente con esta práctica, puede ser necesario mucho tiempo y en más de una sesión. Estimular suavemente la zona, primero con un dedo, luego con dos… relajarse, una conversación caliente, masajear el perineo, usar dildos o plugs de tamaño progresivo…, pueden ayudar a ir entrando en faena.
Durante
La práctica del fisting exige grandes cantidades de lubricante. Es imprescindible tener a mano un envase con suficiente cantidad. Existen lubricantes a base de aceites vegetales específicos para esta práctica que actúan como una capa protectora. Hay que verificar que el tipo de lubricante sea compatible con la composición del guante o preservativos (en el caso de que se vayan a emplear).
Una vez que se haya conseguido el suficiente grado de relajación, los dedos deben ser metidos uno a uno, suavemente y con cuidado en forma de “cabeza de pato” (los dedos están colocados muy juntos y rectos, el pulgar se dobla sobre en la palma). Cuando la zona más ancha de la mano (los nudillos) ha entrado, no conviene aplicar más presión, sino dejar que el resto del puño entre naturalmente, de manera suave y progresiva.
Después de la inserción completa del puño conviene esperar un rato para que las dos partes (ano y mano) se acostumbren a la sensación.
Posteriormente, es posible experimentar, cambiando de posición, probando con distintos movimientos o estimulando otras partes del cuerpo.
Si en cualquier momento la persona receptiva siente dolor intenso, la práctica debe finalizar. La persona insertiva debe de estar muy pendiente de las sensaciones de quien recibe en todo momento y jamás hay que forzar o aplicar presión en caso de dolor o sangrado.
Por parte de la persona receptiva, la respiración por el diafragma (hinchando la barriga, en vez de del pecho) es un elemento clave, ya que, permite mayor relajación del cuerpo. Esta tiene que ser calmada y dividirse en tres partes (inspirar, mantener y expirar). Cuando se hace el movimiento de inspirar, el músculo se contrae, al mantenerse la musculatura del recto se adapta al puño y al expirar se relaja, pudiendo dar la sensación que el propio ano succiona la mano.
Por parte de la persona insertiva, además de “leer el ano”, estimular otras partes del cuerpo ayuda a mantener un estado de excitación. La estimulación suave del perineo permite suele ser una zona placentera, que además permite una mayor relajación.
Después
Para retirar el puño suele ser suficiente con colocar la mano en la posición de “cabeza de pato” y retirar con suavidad.
Las sensaciones corporales para quien ejerce el rol receptivo suelen ser muy intensas, por lo que conviene dejarle descansar un rato hasta volver a su estado habitual. La penetración anal sin preservativo después del fisting es una práctica de alto riesgo para la transmisión del VIH y otros patógenos.
Es posible que la rotura de una hemorroide (vena) produzca sangrado escaso y no doloroso, horas o unos días después de la práctica. Si el dolor con la defecación es intenso, persiste varios días o se acompaña sangrado abundante, es necesario acudir al médico.
Combinación con drogas
Los poppers, u otros vasodilatadores como el cloretilo, pueden utilizarse para facilitar la inserción de objetos en el recto, ya que relajan la musculatura anal de forma específica.
Algunas drogas modifican la percepción de las sensaciones del propio cuerpo. En un ambiente sexualmente excitante es posible recibir como placenteras o estimulantes sensaciones que en otro momento nos parecerían dolorosas y que pueden indicar lesiones. En este sentido, la ketamina, o el efecto anestésico del cloretilo, que tiene propiedades anestésicas, puede ser particularmente peligrosa.
El efecto anestésico local de la cocaína o lubricantes que incluyan anestésicos locales en su composición como la lidocaína o la tetracaína, puede igualmente enmascarar el dolor como síntoma de una lesión.
El uso de estimulantes como la metanfetamina pueden desinhibir sexualmente, pero por su efecto vasoconstrictor un exceso puede tensar la musculatura y dificultar la dilatación. Por otro lado, la sobreestimulación puede dificultar la capacidad de relajación de la persona receptiva y reducir la sensibilidad de la persona insertiva.
El fisting es una práctica que puede implicar más riesgos a nivel físico que otras prácticas si no se procede con cuidado y se conoce bien la técnica. Algunas personas pueden sentirse más desinhibidas o proclives a prácticas que no harían en un estado normal. Pero la confianza, la comunicación, la destreza y la percepción del cuerpo pueden verse muy alteradas con las drogas (sobre todo en altas dosis, en personas no experimentadas, mezclas…). Así que la falta de experiencia, un “colocón” muy grande y “dejarse llevar” puede tener consecuencias importantes en este caso.